viernes, 3 de septiembre de 2010

Recuadro: perfiles del matón escolar y de sus víctimas


La víctima

Sexo: es tan frecuente en hombres como en mujeres

Aspecto: generalmente destaca del resto por sus diferencias y/o defectos, y responden a estereotipos como el guatón, el mateo o el flojo del curso, habitualmente presentando además un aspecto débil.

Dimensiones de personalidad: establece relaciones interpersonales con alto grado de timidez, tendencia al retraimiento y aislamiento social, y, generalmente, muestran tendencia al disimulo.

Tipos de víctima:

– Pasiva: es la más común. Mayoritariamente, son inseguros, callados y no responden al insulto.

– Activa: combina un modelo de ansiedad y de reacción agresiva, lo que es utilizado por el agresor para excusar su propia conducta frente a los demás. Suelen ser alumnos que se comportan de forma irritante y provocan reacciones negativas de sus compañeros.

El matón

Sexo: es más frecuente en hombres.

Aspecto físico: fuerte en términos físicos y/o sicológicos.

Dimensiones de personalidad: establece una dinámica relacional agresiva con aquellos que considera débiles o cobardes. Generalmente, es impulsivo y no siente empatía por los sentimientos de la víctima, carece del sentido de culpa, se considera líder y muestra una alta autoestima frente al resto.

Tipos del matón:

– Activo directo: en la mayoría de los casos realiza la agresión personalmente y establece relaciones directas con la o las víctimas.

– Activo indirecto: dirige el comportamiento de sus seguidores, induciéndolos a actos de matonaje hacia otros pares.

– Pasivo: sigue al agresor, pero no participa. A veces siente pena y lástima por la víctima, pero no se atreve a expresarlo frente a sus pares.

El grupo

Dimensiones: favorece la violencia y la pasividad de sus integrantes frente a los actos de matonaje. Generalmente, la intención de sus miembros al participar de estos grupos es defensiva, es decir, participan como una forma de evitar convertirse en posibles blancos (“mientras se lo hacen a otros, no me lo hacen a mí”). La mayoría de las veces, como una forma de destacar, pasan de ser de simples observadores a cómplices de la agresión para así encontrar apoyo en el grupo.

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